Frozen Chords

Frozen Chords
Hay muchos caminos pero este es el mio.
"Si la mente humana fuera tan simple como para que pudiéramos entenderla, seríamos tan simples que nos resultaría imposible".

sábado, 22 de diciembre de 2012

Disculpad, llego tarde.

Era la 1 de la mañana. El ambiente desprendía un olor extraño a nocilla barata. Oferta: 0,68€ en el supermercado de enfrente. Apenas llegaba al euro. Había estado con él hace tres días. ¿Cuatro? quien sabe, el tiempo ya no merecía la pena. Flores. Solo recordaba eso, su casa estaba llena de flores. MALDITO SUEÑO. me había hecho olvidar. Quizás fue el alcohol. ¿No es lo mismo todo? Sueños, alcohol y lluvia. Llovió mucho aquella tarde. Nos quedamos tomando chocolate. Y esas malditas flores me han hecho olvidar el resto. Debería llamarle pero es tarde; ya sabes, la una; aunque ya hayan pasado 9 minutos desde que empece. No hay tiempo para bromas. Buenas noches.

domingo, 9 de diciembre de 2012

Little light

Entonces me dijeron, que la vida no era para siempre, y negando con la cabeza conteste, ¿Acaso sabes lo que es siempre? ¿No se juran los amantes amor eterno bajo la cama de un hotel destartalado? Si a lo que te refieres es a que las estrellas seguirán brillando tras mi  muerte, en ese caso espero que lo que digas sea cierto, pues. de otra forma, el resto de existencias, quedarían muy oscuras.
Siempre ha existido el amor, aunque yo no crea en el; siempre ha existido la magia, aunque nosotros la hayamos olvidado.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

LLámemoslo costumbre y callemos esta noche

Subes las escaleras con aires de delicadeza y desdén, como quien corta las espinas de una rosa marchita, ríes y pasas de largo, te pierdo de vista, pero se donde has ido, donde acudes cada hora, cual reloj desesperado, quizás por costumbre, quizá por necesidad, el baño es tu nuevo amigo ahora.
Abres la puerta temblorosa, y cierras fuertemente el cerrojo, con una brusquedad inhumana; la fuerza de una bestia.
Abres tu bolso; móvil, pañuelos, tiritas y un bote semitransparente que acude a tus dedos rápidamente  dices que te las ha recetado el médico, juras que son  medicinas, pero ¿tantas?, y es que un alma rota no se cura  a base de pastillas para la depresión, ¿qué importa?, son tu único remedio, te adormecen, te engañan, te creen muerta, ausente, ilusa, y cuando ya no están ahí, corres de nuevo a cubrir tu cuerpo con su abrazo.
Cuando no las tienes, lloras, como un desconsolado peluche abandonado, necesitas que alguien te quiera, y ellas, te aman.
 Mis advertencias vanas atoran tus oídos, porque piensas que el amor lo puede todo, luego en tu funeral nos preguntaremos si podíamos haber hecho algo; claro que sí, pero tú, loca enamorada, no nos habrías escuchado.

viernes, 21 de septiembre de 2012

No me confundas, no creas que le voy a decir que la engañas, ni me pongas ojos de perdón, mientras levantas faldas por doquier. No pienses que creo que esta bien pero se que ella, te engaño de una mañera diferente. Nunca te quiso.
Por eso ahora, en parte. Tendrás mi silencio.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

¿Qué como me llamo? No importa ¿Que quien soy? No me conoces ¿Entonces, que voy a contarte? Lo se, ando demasiado misteriosa, no obstante, solo es que no estoy dispuesta a contestar a preguntas banales.
¿Que importa mi nombre ahora que me voy a ir? Siempre puedes esperar, y leerlo en mi lápida. Eso no te lo puedo impedir.
Pero sinceramente, ¿Que diferencia hay entre  decirte que es Ana o María? ; quizás conozcas a una tal Ana que te ha caído muy bien y yo no quiero eso. Que me prejuzgues por otros, porque por encima de todo, no quiero ser razón de admiración.
Lo que hice no estuvo bien, lo se. Pero tuve mis razones
Ya. Ahora dirás que no hay excusas para matar a nadie pero ¿Qué sabes tu? Si ni siquiera le conoces.
Si hubieras visto como me perseguía, el modo en que cortaba mis rosas, como me incordiaba todo en todo momento, y sobretodo las cartas que me mandaba... Habrías cambiado de opinión.
Entiendo. Sigues llamándome culpable. Nunca he pedido tu perdón, pero déjame explicarte que él también lo era.
Desperté en mitad de la noche mientras tiraba piedras contra mi ventana, sopese las posibilidades de ignorarle, pero el sueño, ya se había marchado a bailar con la luna, y las piedras impactaban cual meteoritos colapsando con la tierra.
Baje las escaleras a tientas, con un fino camisón de verano, y mis nuevas zapatillas verdes de terciopelo. Deposité somnolienta la mano sobre el pomo de la puerta y acerqué el ojo a la mirilla.
¿Quién es? -Pregunte con esa extraña voz que nos caracteriza a los recién levantados. Un tanto aguda, un tanto temblorosa, como si hubiera perdido práctica en una sola noche.
Pero no hubo respuesta. Un a gabardina amarilla, junto con lo que pude adivinar que era un chico de unos 23 años, me esperaba sonriente al otro lado de la puerta.
Curiosidad. La maldita curiosidad me hizo abrirle la puerta. Parecía tan amable, que me recordaba a las nubes esponjosas que danzan sobre el cielo. Pero olvidé, que a menudo, ciertas nubes, se convierten en tormenta.
-¿Que quieres?-Pregunte un tanto molesta por tanto silencio-
-Me preguntaba.- Dijo con voz de cascabel-si me podías dejar un poco de sal.
No pude contestar, ¿sal? ¿a las 4 de la mañana? eso no es algo muy corriente, al menos a mi, nunca me habían despertado por algo tan absurdamente incoherente.
-Si, ya sabes. Esos polvos cristalinos y solubles, que se encuentran todos juntos en un tarro.
-Se lo que es la sal.
-Oh, ¿no tienes entonces? Vaya, gracias de todos modos.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Comme un petit papillon volant autour de mon coeur

Era una chica de pueblo, lo notaba en su risa, aunque su ropa dijera lo contrario, a pesar de su perfume, y su amor por el francés.
Era una chica de pueblo que soñaba con ser tratada como una delicada parisina, y de hecho, eso daba a entender. No obstante, no había logrado engañar a su risa, siempre a destiempo, aguda penetrante y sin sutileza.
La conocí hace algún tiempo, en un bar de carretera mientras bebía champagne.
Me la presentaron por casualidad, no se si porque yo era nuevo, o por que ella era la mas deseada del lugar.

Fue extraño al principio, pensé que se burlaba de mí; pero conforme fue oscureciendo, el alcohol hizo su trabajo en nuestros labios. Quizás yo no estuviera borracho, pero quise estarlo.
Supongo que todo fue un error, pero no hubo marcha atrás.
Ayer, la vi de nuevo, me la han vuelto a presentar, supongo que porque actué como si no la conociera.
Hemos vuelto a beber champagne.

martes, 4 de septiembre de 2012

La última miga del pastel

PREFACIO
-Escucha mike, no podemos matarla ahora. Podrían descubrirnos.
-Pero sabes lo que pasara mañana si aun sigue viva, podría ser nuestra ruina.

1-Y así comenzó la historia de mi muerte.
Mi vida en cambio, fue distinta.
No hace mucho, nací en un pueblo perdido de la India, o eso dice mi madre.
Una peculiar norteamericana a la que nunca pude convencer de la belleza del campo, pues siempre alegaba que estaba sucio y olía mal.
Aunque quzas tuviera algo de razón, pues fueron los valles de oeste los que me condenaron a mi fin.
El ultimo invierno había hecho frío, y el lago de NY se había helado como de costumbre. No obstante, yo no había estado allí para patinar sobre sus aguas.
Por esas alturas, había renegado de mi religión, mi familia, y si me hubiera sido posible, de mi propio nombre.
Me llamaban allie, pero, pero podéis llamarle como queráis, porque no pienso contestar a nada de lo que me digáis.
El día de mi muerte, creo recordar que era 8 de julio, hacia mucho calor, y todo el mundo caminaba envuelto en una pejajosa capa de sudor e irradiaba un artificial mal humor, que me llevo a pensar que nunca encontraría mi lugar en ninguna parte.

Ha oscurecido de nuevo,y puedo ver como la niña se tumba en la hierba, al igual que un monstruo duerme tranquilo en su celda.
Se acurruca entre su vestido blanco y sus ojos claros, y finje que canta nanas a las estrellas, para que la luna se duerma, y salga de nuevo el sol.

martes, 28 de agosto de 2012

Besémonos, y brindemos con champán por la gente estúpida, por aquellos que no saben bailar bajo la lluvia, o mirar a la luna con amor.
Mirémonos y acaso, si el tiempo se hace pasajero, pensemos en los pobres ilusos que creen que el tiempo se les escapa de las manos.
Démonos la mano y huyamos de este mundo de injusticia, juntos, bajo el manto del amanecer, rezando por todos esos ignorantes, que solo saben ver de día.
Amor, llévame lejos, hasta el final de lo finito, que el infinito, esta ya muy visto, y quiero un poco de intimidad. Bésame, y déjame en tus labios, para siempre, pasando las tardes, y las heridas del mundo.
Ámame, y déjame tomar el postre de tus ojos, como ambrosía para dioses, o llamas para fuego eterno.

jueves, 19 de julio de 2012

Es tarde y aun no tengo sueño, me esperas tumbado en el sofá, mientras la tele, irradia luz sobre tus ojos marrones, te giras, y sonríes, doy la vuelta, y salgo corriendo cual conejo blanco, jurando que no tengo tiempo, ciero la puerta, y aplasto bajo las sábanas las palabras que querías escuchar, pero acabas viniendo, llamas a la puerta lentamente, y te dejo pasar.
¿Acaso me quedaba otra opción?
Bienvenido a mi mundo pequeño, ya, no te queda escapatoria.
C, hablo de ti esta noche, porque no se que hacer contigo, no se si mentirte y susurrarte que te quiero, u ocultarte la verdad y prometerte que solo soy tu amiga.
No entiendo como la gente, puede ser tan fragil, tan vulnerable, y tan etéterea; como puede llorar hasta la deshidratación, sin siquiera tener una verdadera causa o razon.
Como sin sentido, los humanos nos volvemos de repente culpables de todo, y decidimos escondernos en una esquina a sollozar.
Sabes, Rice, no lo merecias esta noche, no debiste haberte escondido bajo las sábanas con las orejas tapadas sin pensar en lo que ello podia suponer, pero admito que ya, no hay vuelta atrás.
BUENA SUERTE EN EL ANONIMATO.

lunes, 18 de junio de 2012

jueves, 7 de junio de 2012

La gente suele hablar de forma muy artificial cuando el tema a tratar es el sexo.
No, no es mal de amores, ni estrés, ni siquiera impotencia, quizás falta de humanismo, quizás sea demasiado observadora o no esté acostumbrada a los cambios.
Tenía una voz desnuda que se clavaba en las clavículas de la gente, y se introducía rápidamente hasta el fondo del corazón.

lunes, 7 de mayo de 2012

Hasta París

Todos tenemos historias, historias asesinas, o cuentos de amor, relatos de princesas y de brujas, pero a menudo, acostumbramos a llamarlos secretos, porque en el fondo, nos avergonzamos de ellas.
Puede que tenga miles, y entorno a trescientas cincuenta y ocho que no me atreva a susurrarle ni a mi propia sombra, porque aun estoy intentando no creérmelas, tapar mis oídos, esconder el cadáver y deshacerme del cuchillo homicida.
No obstante, hay una, entre esas miles que merece la pena, y aunque me ponga en un lugar equivocado he decidido confiarla esta noche a quien esté dispuesto a escucharla.
No fue hace mucho tiempo, tampoco tengo demasiados años, así que no podría haberlo sido, aunque hubiera querido, uno a lo sumo, y creo que es mucho decir, porque ahora, miro atrás y no parece tanto.
Todo comenzó con una carta que alguien depositó en mi buzón, supongo que por equivocación o por inercia,  era vieja y desgastada,  de esas que conservan nuestros abuelos en cajones cerrados con llave, cerraduras que sus nietos siempre hemos sabido abrir.
Apenas ocupaba unas líneas que con manos temblorosas, o como objeto de deformar la letra decían:
Amigo lector:

Vas a morir esta noche.

No me mires con esos ojos de incrédulo, ni suspires, pensado que es mentira, sé que en el fondo, me crees...

Esperé cautelosa a que oscureciera, matando el tiempo como pude, a ratos dormida, a ratos, entre papeles y bolígrafos, inventando relatos, donde las mariposas lo bañaban todo, y los ojos de mi infancia observaban con curiosidad  a la mujer en la que me había convertido,la pequeña niña que fui, apenas me reconocía, de no ser porque llevábamos el pelo recogido en unas trenzas idénticas, que nuestra madre nos había enseñado a hacer,se habría escondido y no la habría podido volver a ver.
Cuando desperté de mi meditación, apenas quedaba una hora para la medianoche, las agujas, se posaban lentas sobre el aire, mientras con una sonrisa esperaba mi destino.
Realmente, siempre quise saber que había detrás de esa cortina roja, el teatro sin retorno, al que todos decían temer, pero más que eso, les atemorizaba la idea de que ni siquiera existiera dicho telón y quedaran atrapados en la nada, tan inertes como el polvo.

Antes de que el reloj marcara las 12 decidí repasar mi vida, por si llegaba demasiado rápido, siempre me habían dicho, que en el último momento, todo ser humano rememora los momentos más importantes de su existencia, y mientras nada demuestre lo contrario, yo era humana.

No obstante, solo conseguía recordar las primeras cosas, mi primer diente, mi primera película, mi primer libro... pero nunca el segundo par de guantes o la tercera vez que me caí del columpio, así que dejé mi trabajo por estupidez y quizás el aburrimiento que me suponían siempre las torpes e inseguras primeras
veces.

Llegó por sorpresa, aunque no fuera su intención, ¡Cómo iba a serlo si incluso me había redactado una carta! Quizás fue mi culpa, me había evadido demasiado en el pasado, como para acordarme, supongo que la carencia te temor que percibió en mis ojos le contrarió.

Acompáñame- dijo con voz de diamante, y contra todo pronóstico, no me opuse a su llamada.
...

Vagón número 127. Aún no ha salido el sol. Ya no amanece como antes, si es que el antes, existe en algún lugar del tren.
Las nubes grises abrazan el cielo, mientras el vehículo avanza lento, haciendo interminables paradas entre estación y estación.
Viajo con siete pasajeros más, los ocho hemos muerto en extrañas circunstancias, creo, que me caí accidentalmente por las escaleras. Tampoco estoy muy segura, no es algo que importe verdaderamente ahora.
Siempre pensé que el viaje hacia la luz iba a ser cuestión de segundos, pero al parecer es algo mucho más complicado.
Yo, tengo asignada la parada 59, mientras tanto, he de permanecer en mi vagón, y solo puedo conversar con los demás viajeros, pero bajo ningún concepto establecer contacto físico.
Así son las normas. Las encontré en mi mano cuando abrí los ojos, y considero imprescindible aceptarlas... de momento.

Altavoces: parada 13... no parece haber movimiento. Empezamos a impacientarnos. A pesar de mi vergüenza, decido ser la primera en hablar.
Para comenzar, me presento, aunque me cuesta encontrar las palabras adecuadas, los recuerdos, se presentan difusos, a ratos, incluso estoy insegura de mi nombre, por lo que acabo pidiéndoles que me llamen A., solo consigo ver claramente las cosas que repasé antes de que todo ocurriera, las horrorosas primeras veces; de haberlo sabido, me habría esforzado más.
No doy datos sobre mi edad, ni la profesión de mis padres, de todos modos, creo que me comprenden, después de todo se encuentran en la misma situación.

La segunda en presentarse dice llamarse Elisa, ser una enamorada del aire libre y las estrellas de la noche, parece simpática. Lleva un vestido a rallas blancas y negras que le cae sobre un poco menos de las rodillas, baja en la parada 45, así que supongo, que tendré la oportunidad de conocerla más a fondo.

El tercero de la lista, tampoco recuerda su nombre, así que hacemos una votación, y decidimos llamarle John, estoy empezando a sentirme bien aquí, parece un viaje divertido, si olvidas el destino final.
En cambio nos cuenta una historia sobre su hermano mayor que resulta entretenida, se le ve nervioso, quizás no esté acostumbrado a tratar con gente, pero a menudo, se recoloca instintivamente el reloj.
¿Qué hora será? El suyo se quedó parado, quizá no sea ninguna hora, quien sabe...

Nadie retoma la palabra, así que me dedico a mirar por la ventana; una nube quiere hacerme un favor y mostrarme una pequeña porción del cielo, pero no la culpo, hay demasiadas a su alrededor como para dejarle espacio.
Ahora que me fijo más en profundidad, parecen de algodón. Apenas hay pájaros, dos o tres cuervos que revolotean solitarios bajo la pradera verde, que está salpicada de flores blancas que a ratos, se transforman en conejos... decido dejar de mirar, o terminaré por volverme loca.
Cuando giro la cabeza veo a Elisa mirándome fijamente, sus ojos han cambiado, parece estar planeando algo.
Prefiero pensar que no es nada arriesgado. No debemos dar pasos en falso si no conocemos nuestra situación.
Pero se levanta, abre la puerta y sale corriendo, pobre inocente.
El cuarto pasajero decide que es hora de presentarse, así que, comienza a hablar:
"Estoy aquí por casualidad, llamémoslo destino, aunque sinceramente, he de reconocer que tenté un poco a la suerte. Quise vivir rápido sin importarme un final repentino,(...) "

viernes, 20 de abril de 2012

Necesitaba correr, como si quisiera hacerme dueña del viento de la noche, y huir, si me era posible, de mi propia alma.

sábado, 24 de marzo de 2012

Él, es el hombre que me dio la luna. Fue hace mucho tiempo, apenas lo recuerdo con exactitud.
Apareció de repente, como las rosas del desierto. Silencioso y cauto.
Recuerdo que temblaba, quizá por el frió, o el nerviosismo, aunque realmente, supongo que no era por algo tan sencillo.
Reía. Continuamente, imitando en cierto modo a un río de cascabeles amarillos, de esos que se encuentran de repente, en cualquier esquina de la calle. (...)

miércoles, 21 de marzo de 2012

Vapor de agua

Hacía mucho que no me visitaban las sombras, aunque nada tenía ahora que ver con el modo en que empezó todo.
Comenzaron a aparecerse de forma difusa, casi más como si fueran el reflejo de algo inexistente, semejantes a las manchas que aparecen tras estar mirando mucho al sol.
Pero conforme avanzó el tiempo, fueron mostrándose con trazos más concretos y perfilados, tanto, que casi podía diferenciar unas de otras.
Asomaban por la puerta en las noches cálidas, y se atrevían a entrar en mi cuarto cuando hacía viento.
Pero en contra de lo que se pueda creer, las sombras, no son negras.
Describen un tono entre etéreo y grisáceo, y se puede ver de forma casi traslúcida a través de ellas, quizás por eso otros no perciban que están ahí.
No obstante, el día que me tocaron, cambió todo.
Las sentí húmedas recorriéndome el bazo, su textura, se asemejaba a un día gris, justo antes de que ataque la lluvia, y daba la sensación de que iban a esfumarse en suspiro, como el vapor de agua.
Entonces, se apoderaron de mí, que como una pétrea representación de mi imagen, perdí la conciencia, y tras esto, se fueron, huyeron, como si el sol, fuera a atacarlas.
Al principio, pensaba que todos las veían, y como esto comenzó cuando nací achacaron mis ataques de miedo, a la necesidad infantil de llamar la atención. Pero se equivocaban.
Aunque sea triste reconocerlo, fueron mis únicas compañeras, porque aunque los humanos no vieran nada, en el fondo les inspiraba temor. Y la falta de causas para dicho miedo, les hacía alejarse aun mas de mi.
Recuerdo que hace tiempo, una sombra pequeña y en apariencia débil, me susurró algo que no fui capaz de entender, quizás lo este soñando todo, igual, con suerte, mañana despierto de esta extraña pesadilla con la cara sudada, y suspiro al comprobar, que nada era real, y así convertida en una chica normal, podré ser feliz.
Pero mientras espero a que ese infinito mañana llegue. Tengo que alejarme de ellas.

Esta tarde, han vuelto a por mi, y se han acercado demasiado, han entrado mi cuarto, mientras dibujaba, y han arrojado mi tintero al suelo. Son horribles. 
No puedo pensar cuando las tengo cerca. Me controlan, y juegan con migo como si fuera su marioneta, pero se realmente, que aun no ha llegado lo peor.
Solo me prueban, para ver hasta donde puedo llegar, pero ellas, no dicen nada. Vienen y van.
He estado ya en muchos psicólogos, pero nadie me cree. ¿Cómo iban a hacerlo? Yo tampoco me haría caso  si no hubiera vivido todo esto.
Tengo miedo, cada día son más fuertes, y yo, cada vez tengo menos esperanzas. (...)

martes, 20 de marzo de 2012

Amigo lector:

Vas a morir esta noche.
No me mires con esos ojos de incrédulo, ni suspires, pensado que es mentira, sé que en el fondo, me crees...

lunes, 19 de marzo de 2012

Había caído en el pecado de sus ojos recién pintados, que yacían húmedos bajo mis atisbos de perfección, oscilando entre un añil pálido, y una tormenta de verano.
Dejando tras sus brillantes labios, una elipsis de incertidumbre y sueños, que descendían hasta sus clavículas desgastadas, que levemente enmarcaban, una pálida y delicada piel, de un color extraño, fruto de arena cálida y luna llena.
Rastro de un colorido cuadro combinado entre un jersey de rayas, y un abrigo de un lúgubre negro fundido.
Y habría descendido hasta el infierno por su risa, aquella aterciopelada voz azul, que dejaba en el ambiente un eco ensordecedor y ciego, fruto de mi posterior mudez hacia el mundo, una mezcla entre el choque de las olas y el tintineo de las estrellas en la noche. El canto, del mismísimo fuego.
Qué habría de hacer sino más que alimentarme de su odio, y embriagarme con su belleza, que cual canto de sirena, pretendía ahogarme bajo la seguridad de mi balsa.
Si hubiera habido alguna tentativa de acierto, habría mordido su manzana envenenada, y saboreado indiscutiblemente el jugo de su zumo dulce, siendo irrefutablemente expulsada del paraíso.
Pero me odiaba, y el paso que hacía falta hasta el amor, describía kilómetros entre su horizonte y el mio, porque en el fondo, dejando a un lado su inicial embrujo, ni siquiera, se acordaba de mi nombre.


domingo, 11 de marzo de 2012

Hace tiempo que no lloraba en tus brazos, que no soñaba con que acariciaras mi pelo, quizás fue tu mirada perdida, o tus lágrimas, las que me llevaron a necesitar más consolarte, que pedir cariño.

martes, 6 de marzo de 2012

Y así, me di cuenta, de que mientras todos esperaban ansiosos su tren, yo, miraba las vías.

Siempre estuve fuera de todo, fuera del jardín cuando crecieron las rosas y lejos de las nubes cuando el viento las mecía.
Escondida bajo una mesa mientras caía el polvo, y con los ojos cerrados mientras me mirabas, y así el tiempo voló, como un pájaro perdido en el horizonte, mientras miraba a través de un cristal, jurando que solo observaba, fingiendo, que jugaba despistada.



domingo, 4 de marzo de 2012

Fuego

Era una muñeca rusa que bailaba sola en mitad de la sala, una figurita de cera que se deshacía lentamente con el calor de las llamas, y avanzaba extrañamente, dando interminables vueltas en torno a un centro imaginario. Se agachó lentamente, cogió una rosa de su oscuro jardín, y la secó con la mirada, absorbiendo cada esencia de belleza, mientras disfrutaba del inconfundible olor de la hierba recién cortada.
Muchos la observaban tras los límites de su horizonte, pero ella, se empeñaba en danzar cautelosamente entorno a su pequeño y olvidado escenario, donde crecían las flores más bellas, y se posaban las mariposas más duces.
Recreándose siempre en dicha sutileza, de ojos almendrados y boca sonrosada, la pequeña muñeca rusa, tornaba el tiempo atrás, en humo del pasado, y se dejaba ver a escondidas, con hombres que peinaban sus cabellos día tras día, a la vez que continuaba enseñando su piel, tras un velo blanco y un curioso sombrero. Siempre sonriente, siempre ausente, caminaba en pronunciados pasos, que dejaban tras de sí un halo de admiradores, que buscaban pagar, con buenos modos y billetes, la vida de nuestra delicada figurita de cera. Pero ella fue fuerte, indestructible, hasta que conoció a una llama que la deshizo demasiado rápido, y para cuando se quiso dar cuenta de que estaba peligrosamente cerca del fuego, ya era demasiado tarde para volver atrás. Y vió como velozmente, sus cabellos y su rostro se hicieron una mancha uniforme, donde permaneció monótona el resto de su vida. Sin dar más vueltas alegres, y sin canciones afables a las flores, que sin su voz, jamás volvieron a nacer en aquel jardín impresionista. Unida eternamente al fuego que la consumía una y otra vez, donde cada vez quedaba menos que deshacer, sin darle nunca tiempo a escapar, triste y abrumada, nuestra pequeña muñeca rusa, murió feliz.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Era solo una imagen, pero parecía mirarme, mientras arrancaba trazos de mi vida, con sus ojos inquietos. Una bonita foto, que parecía gritarme que no tenía que observarla, porque eso no era de mi incumbencia. El dibujo de un alguien aparentemente frío que nunca sonreía. Un ser, perfectamente infeliz.

viernes, 17 de febrero de 2012

Susurros mudos


Hace frío. Me giro. Sonrío y vuelvo a mirar por la ventana. Sigues ahí. Supongo que me esperas. Me escondo. Susurro tu nombre y apago la luz. Das vueltas. Sabes que estoy aquí. No respiro. Deseo que sea un sueño, pero no despierto. Tirito. Abro un cajón en la oscuridad y saco tu espejo. Lo humedezco con el vaho de mi boca. Escucho un ruido. Paro. No me muevo. Pienso. Deseo. Lloro. Vienes a por mi. Lo se. Te huelo. Te escucho. Siento como me invade tu presencia. Es de noche. No hay estrellas. Escucho el crujir de la puerta. Es  mi fin. La abres. El pomo está frió. Te estremeces silencioso. Me buscas con la mirada, y enciendes la luz. Me llamas. No contesto. Me ves. Tengo miedo. Tienes un cuchillo. Quieres acabar con migo. Hace frío, tengo sueño. Me duermo. Para siempre... Te amaba... Lo sabias. Era tarde. Baja la sangre. Empañas tus ojos. Me miras. ¿Me querías? Te preguntas silencioso. También duermes. A mi lado. Me besas. Estoy helada. Intentas calentarme. No lo consigues. Mueres. Se baja el telón y los aplausos mudos ahogan tu llanto. Creen que era un teatro. Pobres ilusos...

miércoles, 8 de febrero de 2012


Te quiero

Te quiero con cada fragmento de mi piel, de tus besos, de tus labios sobre mi cuello o tus lágrimas de mariposa consumida.
Te quiero cada atardecer, cada noche, y en cada lamento, cuando juego a ser tu con los ojos llorosos, envueltos en una cúpula de agua.
No me creen, yo lo llamo perfección, ellos estupidez, y aún así, sigo intentando convencerme de que todo es posible, aunque solo me visites mientras duermo, y únicamente pueda sentir tu frágil y pálida piel entre las hojas húmedas e invierno, tras un sueño de verano.
Soy tuya, para siempre, quizás por eso diga adieu cada vez que puedo, queda tan tuyo, aunque lo odiaras, tan anclado en el pasado, que el presente de hoy se refleja en el mañana como algo que no me pertenece.
Buenas noches pequeño...
                                         dulces pesadillas...

viernes, 27 de enero de 2012

Si pudiera callar en un lamento, el agua que emanan tus ojos expectantes, ante tentativas die dolor impresionista, si pudiera golpear sobre mis labios palabras tristes, para abarcar en un suspiro tu universo, si no existieras, y tu falta no fuera presa de mis versos, podría concebir en un instante cada flor, cada suspiro, cada beso que la vida muestra entre su s curvas de tristeza, estaría capacitada para poder juzgar el mundo y decidir si es mío o soy presa de el. Pero existes y bañas en pensamientos incompletos, el abismo que no alcanzan a abarcar mis esperanzas vanas, mientras hablas de principios y princesas. Calla, muere, adueñare del especrtro de la luz, que espera cada tarde sonriente a que vengas a por el, pero no persigas mis sueños, que a estas alturas quedaron disueltos con las lluvias de diciembre, y perecieron enterrados bajo un intrigante cumulo de materia indefinida, únicamente esclavos del tiemo, encerrados para siempre.

Desde las 12:30 de un día cualquiera, perdida entere las áridas calles de mi poblado, me prometieron esperanza y dinero, inocentemente seguí aquella oferta, la que más tarde me llevó a la ruina.


Estaba en la misma esquina de cada tarde, cuando el amanecer caía sobre mis ojos, y solo rezaba por pasar inadvertida.
 Mientras enfundada en un vestido demasiado ceñido, que escondía menos de lo que ocultaba, dejaba clara mi condición de objeto.

El primero, fue el peor, no era demasiado viejo, ni despreciable, parecía asustado, temeroso, extraño, ausente, como si le obligaran a venir hacia mí.

Recuerdo, como descendían mis lágrimas cuando no miraba, el miedo que sentí, y la angustia que invadió cada poro de mi epidermis, en el momento en que me pidió que me quitara la ropa. Posó una mano sobre mi hombro, era fía como el hielo, suave como el terciopelo, e hiriente como un oscuro y vacío dolor en el pecho, me alejé, aunque sabía que no debía, me pegarían si no conseguía el dinero, y trague mi repugnancia a pequeñas dosis, interiorizando mi odio, y las ganas de atentar contra sus ojos, aquella penetrante mirada azul, que se clavaba en mi cuerpo con deseos de posesión.

Sé que me creía suya, solo parque pensaba dejar algún billete sobre mi mesa antes de irse, como si pudiera pagar con algo mis moratones, o mis gritos por la mañana, doblegada sobre mi propio cuerpo, junto a mi oso de peluche.

A este, le siguieron una infinidad de hombres, altos, gordos, delgados… y en su mayoría poco acostumbrados a tratar con mujeres, lo que hizo más dura mi subsistencia en aquel lugar.

Nos dejaban en un cuarto, con una prácticamente consumida bombilla y un vaso de agua.
¿Qué podía hacer? Me habían pagado el viaje y ahora, tenía que devolverles el supuesto favor tragando mis reproches cada noche, olvidando quien era cada mañana.


 Cuando venían a por nosotras, nos pedían dinero… ¡Cuántas veces pensé en negarme! ¡Qué cobarde era por aquel entonces! o quizás demasiado sensata, como para saber que mi vida correría peligro si decidía interponerme entre sus planes.

Una tarde llegó un chico tímido, que me prometió contar la verdad a cambio de unas fotos. Ahora sé que mentía, por aquel entonces, me habría sujetado a cualquier tentativa de escape, por muy inverosímil que hubiera parecido.

Oscura, sola, perdida, y aun con lágrimas en los ojos... Continuaba vislumbrando aquel crepúsculo, jurando que sería el último.
Mientras mirando hacia atrás para comprobar que nadie me vigilaba, me levanté de aquella calle, sin apenas respirar, sin sentir la lluvia que amenazaba con mojar mi ropa, intentando construir un futuro, que se desvaneció con el tiempo, porque ni siquiera había cemento para afianzar los ladillos, y no tuve valor, para sobrellevar la llamada del agua, aquel mar salado que arrebataba la vida de mis ojos, y reflejo mi primera sonrisa, en el momento en que abandone para siempre la realidad para dejar vía libre a mi pequeña ilusión. Soñar para siempre.

Y en un segundo, aquel pobre hombre, vio desvanecer su vida a través de los ojos, mientras caminando tranquilamente por ese paso de cebra, un viejo señor, no le vio con la oscuridad de la noche y su deteriorada agudeza visual.

miércoles, 18 de enero de 2012

miércoles, 11 de enero de 2012

Un disparo inunda el horizonte, el humo de la pistola asciende sigiloso hacia el infierno, alguien muere a lo lejos, un hombre derrocha su última bala, aunque nadie se detiene a mirar.

 Hace demasiado tiempo, quizás minutos, quizás años el mundo quedó inundado por el hedor de la sangre, cada humano, nacía con la capacidad de asesinar a otro, cuando en su 20 cumpleaños, recibía un revolver cargado con una única bala.
Las personas, poco acostumbradas a su nuevo modo de vivir, solo podían perder la vida de dos formas, la primera era el suicidio, si se era precavido, se conservaría la munición para su propio bien, cuando la vejez, diera paso a algo insoportable.
De lo contrario, debía ser exterminado, bien por compasión o por venganza.
Eran innumerables, los cadáveres andantes, que se paseaban por las calles pidiendo ayuda, un socorro que pocas veces recibían.

En medio de esta sociedad temerosa, nació H., un niño tremendamente triste, infinitamente feliz... donde su mirada perdida, vagaba cada tarde interna en su universo.