Era una chica de pueblo, lo notaba en su risa, aunque su ropa dijera lo contrario, a pesar de su perfume, y su amor por el francés.
Era una chica de pueblo que soñaba con ser tratada como una delicada parisina, y de hecho, eso daba a entender. No obstante, no había logrado engañar a su risa, siempre a destiempo, aguda penetrante y sin sutileza.
La conocí hace algún tiempo, en un bar de carretera mientras bebía champagne.
Me la presentaron por casualidad, no se si porque yo era nuevo, o por que ella era la mas deseada del lugar.
Fue extraño al principio, pensé que se burlaba de mí; pero conforme fue oscureciendo, el alcohol hizo su trabajo en nuestros labios. Quizás yo no estuviera borracho, pero quise estarlo.
Supongo que todo fue un error, pero no hubo marcha atrás.
Ayer, la vi de nuevo, me la han vuelto a presentar, supongo que porque actué como si no la conociera.
Hemos vuelto a beber champagne.
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