Frozen Chords

Frozen Chords
Hay muchos caminos pero este es el mio.
"Si la mente humana fuera tan simple como para que pudiéramos entenderla, seríamos tan simples que nos resultaría imposible".

sábado, 24 de marzo de 2012

Él, es el hombre que me dio la luna. Fue hace mucho tiempo, apenas lo recuerdo con exactitud.
Apareció de repente, como las rosas del desierto. Silencioso y cauto.
Recuerdo que temblaba, quizá por el frió, o el nerviosismo, aunque realmente, supongo que no era por algo tan sencillo.
Reía. Continuamente, imitando en cierto modo a un río de cascabeles amarillos, de esos que se encuentran de repente, en cualquier esquina de la calle. (...)

miércoles, 21 de marzo de 2012

Vapor de agua

Hacía mucho que no me visitaban las sombras, aunque nada tenía ahora que ver con el modo en que empezó todo.
Comenzaron a aparecerse de forma difusa, casi más como si fueran el reflejo de algo inexistente, semejantes a las manchas que aparecen tras estar mirando mucho al sol.
Pero conforme avanzó el tiempo, fueron mostrándose con trazos más concretos y perfilados, tanto, que casi podía diferenciar unas de otras.
Asomaban por la puerta en las noches cálidas, y se atrevían a entrar en mi cuarto cuando hacía viento.
Pero en contra de lo que se pueda creer, las sombras, no son negras.
Describen un tono entre etéreo y grisáceo, y se puede ver de forma casi traslúcida a través de ellas, quizás por eso otros no perciban que están ahí.
No obstante, el día que me tocaron, cambió todo.
Las sentí húmedas recorriéndome el bazo, su textura, se asemejaba a un día gris, justo antes de que ataque la lluvia, y daba la sensación de que iban a esfumarse en suspiro, como el vapor de agua.
Entonces, se apoderaron de mí, que como una pétrea representación de mi imagen, perdí la conciencia, y tras esto, se fueron, huyeron, como si el sol, fuera a atacarlas.
Al principio, pensaba que todos las veían, y como esto comenzó cuando nací achacaron mis ataques de miedo, a la necesidad infantil de llamar la atención. Pero se equivocaban.
Aunque sea triste reconocerlo, fueron mis únicas compañeras, porque aunque los humanos no vieran nada, en el fondo les inspiraba temor. Y la falta de causas para dicho miedo, les hacía alejarse aun mas de mi.
Recuerdo que hace tiempo, una sombra pequeña y en apariencia débil, me susurró algo que no fui capaz de entender, quizás lo este soñando todo, igual, con suerte, mañana despierto de esta extraña pesadilla con la cara sudada, y suspiro al comprobar, que nada era real, y así convertida en una chica normal, podré ser feliz.
Pero mientras espero a que ese infinito mañana llegue. Tengo que alejarme de ellas.

Esta tarde, han vuelto a por mi, y se han acercado demasiado, han entrado mi cuarto, mientras dibujaba, y han arrojado mi tintero al suelo. Son horribles. 
No puedo pensar cuando las tengo cerca. Me controlan, y juegan con migo como si fuera su marioneta, pero se realmente, que aun no ha llegado lo peor.
Solo me prueban, para ver hasta donde puedo llegar, pero ellas, no dicen nada. Vienen y van.
He estado ya en muchos psicólogos, pero nadie me cree. ¿Cómo iban a hacerlo? Yo tampoco me haría caso  si no hubiera vivido todo esto.
Tengo miedo, cada día son más fuertes, y yo, cada vez tengo menos esperanzas. (...)

martes, 20 de marzo de 2012

Amigo lector:

Vas a morir esta noche.
No me mires con esos ojos de incrédulo, ni suspires, pensado que es mentira, sé que en el fondo, me crees...

lunes, 19 de marzo de 2012

Había caído en el pecado de sus ojos recién pintados, que yacían húmedos bajo mis atisbos de perfección, oscilando entre un añil pálido, y una tormenta de verano.
Dejando tras sus brillantes labios, una elipsis de incertidumbre y sueños, que descendían hasta sus clavículas desgastadas, que levemente enmarcaban, una pálida y delicada piel, de un color extraño, fruto de arena cálida y luna llena.
Rastro de un colorido cuadro combinado entre un jersey de rayas, y un abrigo de un lúgubre negro fundido.
Y habría descendido hasta el infierno por su risa, aquella aterciopelada voz azul, que dejaba en el ambiente un eco ensordecedor y ciego, fruto de mi posterior mudez hacia el mundo, una mezcla entre el choque de las olas y el tintineo de las estrellas en la noche. El canto, del mismísimo fuego.
Qué habría de hacer sino más que alimentarme de su odio, y embriagarme con su belleza, que cual canto de sirena, pretendía ahogarme bajo la seguridad de mi balsa.
Si hubiera habido alguna tentativa de acierto, habría mordido su manzana envenenada, y saboreado indiscutiblemente el jugo de su zumo dulce, siendo irrefutablemente expulsada del paraíso.
Pero me odiaba, y el paso que hacía falta hasta el amor, describía kilómetros entre su horizonte y el mio, porque en el fondo, dejando a un lado su inicial embrujo, ni siquiera, se acordaba de mi nombre.


domingo, 11 de marzo de 2012

Hace tiempo que no lloraba en tus brazos, que no soñaba con que acariciaras mi pelo, quizás fue tu mirada perdida, o tus lágrimas, las que me llevaron a necesitar más consolarte, que pedir cariño.

martes, 6 de marzo de 2012

Y así, me di cuenta, de que mientras todos esperaban ansiosos su tren, yo, miraba las vías.

Siempre estuve fuera de todo, fuera del jardín cuando crecieron las rosas y lejos de las nubes cuando el viento las mecía.
Escondida bajo una mesa mientras caía el polvo, y con los ojos cerrados mientras me mirabas, y así el tiempo voló, como un pájaro perdido en el horizonte, mientras miraba a través de un cristal, jurando que solo observaba, fingiendo, que jugaba despistada.



domingo, 4 de marzo de 2012

Fuego

Era una muñeca rusa que bailaba sola en mitad de la sala, una figurita de cera que se deshacía lentamente con el calor de las llamas, y avanzaba extrañamente, dando interminables vueltas en torno a un centro imaginario. Se agachó lentamente, cogió una rosa de su oscuro jardín, y la secó con la mirada, absorbiendo cada esencia de belleza, mientras disfrutaba del inconfundible olor de la hierba recién cortada.
Muchos la observaban tras los límites de su horizonte, pero ella, se empeñaba en danzar cautelosamente entorno a su pequeño y olvidado escenario, donde crecían las flores más bellas, y se posaban las mariposas más duces.
Recreándose siempre en dicha sutileza, de ojos almendrados y boca sonrosada, la pequeña muñeca rusa, tornaba el tiempo atrás, en humo del pasado, y se dejaba ver a escondidas, con hombres que peinaban sus cabellos día tras día, a la vez que continuaba enseñando su piel, tras un velo blanco y un curioso sombrero. Siempre sonriente, siempre ausente, caminaba en pronunciados pasos, que dejaban tras de sí un halo de admiradores, que buscaban pagar, con buenos modos y billetes, la vida de nuestra delicada figurita de cera. Pero ella fue fuerte, indestructible, hasta que conoció a una llama que la deshizo demasiado rápido, y para cuando se quiso dar cuenta de que estaba peligrosamente cerca del fuego, ya era demasiado tarde para volver atrás. Y vió como velozmente, sus cabellos y su rostro se hicieron una mancha uniforme, donde permaneció monótona el resto de su vida. Sin dar más vueltas alegres, y sin canciones afables a las flores, que sin su voz, jamás volvieron a nacer en aquel jardín impresionista. Unida eternamente al fuego que la consumía una y otra vez, donde cada vez quedaba menos que deshacer, sin darle nunca tiempo a escapar, triste y abrumada, nuestra pequeña muñeca rusa, murió feliz.