Frozen Chords

Frozen Chords
Hay muchos caminos pero este es el mio.
"Si la mente humana fuera tan simple como para que pudiéramos entenderla, seríamos tan simples que nos resultaría imposible".

viernes, 27 de enero de 2012

Si pudiera callar en un lamento, el agua que emanan tus ojos expectantes, ante tentativas die dolor impresionista, si pudiera golpear sobre mis labios palabras tristes, para abarcar en un suspiro tu universo, si no existieras, y tu falta no fuera presa de mis versos, podría concebir en un instante cada flor, cada suspiro, cada beso que la vida muestra entre su s curvas de tristeza, estaría capacitada para poder juzgar el mundo y decidir si es mío o soy presa de el. Pero existes y bañas en pensamientos incompletos, el abismo que no alcanzan a abarcar mis esperanzas vanas, mientras hablas de principios y princesas. Calla, muere, adueñare del especrtro de la luz, que espera cada tarde sonriente a que vengas a por el, pero no persigas mis sueños, que a estas alturas quedaron disueltos con las lluvias de diciembre, y perecieron enterrados bajo un intrigante cumulo de materia indefinida, únicamente esclavos del tiemo, encerrados para siempre.

Desde las 12:30 de un día cualquiera, perdida entere las áridas calles de mi poblado, me prometieron esperanza y dinero, inocentemente seguí aquella oferta, la que más tarde me llevó a la ruina.


Estaba en la misma esquina de cada tarde, cuando el amanecer caía sobre mis ojos, y solo rezaba por pasar inadvertida.
 Mientras enfundada en un vestido demasiado ceñido, que escondía menos de lo que ocultaba, dejaba clara mi condición de objeto.

El primero, fue el peor, no era demasiado viejo, ni despreciable, parecía asustado, temeroso, extraño, ausente, como si le obligaran a venir hacia mí.

Recuerdo, como descendían mis lágrimas cuando no miraba, el miedo que sentí, y la angustia que invadió cada poro de mi epidermis, en el momento en que me pidió que me quitara la ropa. Posó una mano sobre mi hombro, era fía como el hielo, suave como el terciopelo, e hiriente como un oscuro y vacío dolor en el pecho, me alejé, aunque sabía que no debía, me pegarían si no conseguía el dinero, y trague mi repugnancia a pequeñas dosis, interiorizando mi odio, y las ganas de atentar contra sus ojos, aquella penetrante mirada azul, que se clavaba en mi cuerpo con deseos de posesión.

Sé que me creía suya, solo parque pensaba dejar algún billete sobre mi mesa antes de irse, como si pudiera pagar con algo mis moratones, o mis gritos por la mañana, doblegada sobre mi propio cuerpo, junto a mi oso de peluche.

A este, le siguieron una infinidad de hombres, altos, gordos, delgados… y en su mayoría poco acostumbrados a tratar con mujeres, lo que hizo más dura mi subsistencia en aquel lugar.

Nos dejaban en un cuarto, con una prácticamente consumida bombilla y un vaso de agua.
¿Qué podía hacer? Me habían pagado el viaje y ahora, tenía que devolverles el supuesto favor tragando mis reproches cada noche, olvidando quien era cada mañana.


 Cuando venían a por nosotras, nos pedían dinero… ¡Cuántas veces pensé en negarme! ¡Qué cobarde era por aquel entonces! o quizás demasiado sensata, como para saber que mi vida correría peligro si decidía interponerme entre sus planes.

Una tarde llegó un chico tímido, que me prometió contar la verdad a cambio de unas fotos. Ahora sé que mentía, por aquel entonces, me habría sujetado a cualquier tentativa de escape, por muy inverosímil que hubiera parecido.

Oscura, sola, perdida, y aun con lágrimas en los ojos... Continuaba vislumbrando aquel crepúsculo, jurando que sería el último.
Mientras mirando hacia atrás para comprobar que nadie me vigilaba, me levanté de aquella calle, sin apenas respirar, sin sentir la lluvia que amenazaba con mojar mi ropa, intentando construir un futuro, que se desvaneció con el tiempo, porque ni siquiera había cemento para afianzar los ladillos, y no tuve valor, para sobrellevar la llamada del agua, aquel mar salado que arrebataba la vida de mis ojos, y reflejo mi primera sonrisa, en el momento en que abandone para siempre la realidad para dejar vía libre a mi pequeña ilusión. Soñar para siempre.

Y en un segundo, aquel pobre hombre, vio desvanecer su vida a través de los ojos, mientras caminando tranquilamente por ese paso de cebra, un viejo señor, no le vio con la oscuridad de la noche y su deteriorada agudeza visual.

miércoles, 18 de enero de 2012

miércoles, 11 de enero de 2012

Un disparo inunda el horizonte, el humo de la pistola asciende sigiloso hacia el infierno, alguien muere a lo lejos, un hombre derrocha su última bala, aunque nadie se detiene a mirar.

 Hace demasiado tiempo, quizás minutos, quizás años el mundo quedó inundado por el hedor de la sangre, cada humano, nacía con la capacidad de asesinar a otro, cuando en su 20 cumpleaños, recibía un revolver cargado con una única bala.
Las personas, poco acostumbradas a su nuevo modo de vivir, solo podían perder la vida de dos formas, la primera era el suicidio, si se era precavido, se conservaría la munición para su propio bien, cuando la vejez, diera paso a algo insoportable.
De lo contrario, debía ser exterminado, bien por compasión o por venganza.
Eran innumerables, los cadáveres andantes, que se paseaban por las calles pidiendo ayuda, un socorro que pocas veces recibían.

En medio de esta sociedad temerosa, nació H., un niño tremendamente triste, infinitamente feliz... donde su mirada perdida, vagaba cada tarde interna en su universo.