Las personas, poco acostumbradas a su nuevo modo de vivir, solo podían perder la vida de dos formas, la primera era el suicidio, si se era precavido, se conservaría la munición para su propio bien, cuando la vejez, diera paso a algo insoportable.
De lo contrario, debía ser exterminado, bien por compasión o por venganza.
Eran innumerables, los cadáveres andantes, que se paseaban por las calles pidiendo ayuda, un socorro que pocas veces recibían.
En medio de esta sociedad temerosa, nació H., un niño tremendamente triste, infinitamente feliz... donde su mirada perdida, vagaba cada tarde interna en su universo.
Siempre escribes inquietante,
ResponderEliminarque tengas un feliz fin de semana.
un abrazo.
Me encanta como escribes, tienes un talento chica!
ResponderEliminarPásate por mi blog a ver si te gusta, un beso!
you-cant-control-yourself.blogspot.com