Frozen Chords

Frozen Chords
Hay muchos caminos pero este es el mio.
"Si la mente humana fuera tan simple como para que pudiéramos entenderla, seríamos tan simples que nos resultaría imposible".

viernes, 27 de enero de 2012

Desde las 12:30 de un día cualquiera, perdida entere las áridas calles de mi poblado, me prometieron esperanza y dinero, inocentemente seguí aquella oferta, la que más tarde me llevó a la ruina.


Estaba en la misma esquina de cada tarde, cuando el amanecer caía sobre mis ojos, y solo rezaba por pasar inadvertida.
 Mientras enfundada en un vestido demasiado ceñido, que escondía menos de lo que ocultaba, dejaba clara mi condición de objeto.

El primero, fue el peor, no era demasiado viejo, ni despreciable, parecía asustado, temeroso, extraño, ausente, como si le obligaran a venir hacia mí.

Recuerdo, como descendían mis lágrimas cuando no miraba, el miedo que sentí, y la angustia que invadió cada poro de mi epidermis, en el momento en que me pidió que me quitara la ropa. Posó una mano sobre mi hombro, era fía como el hielo, suave como el terciopelo, e hiriente como un oscuro y vacío dolor en el pecho, me alejé, aunque sabía que no debía, me pegarían si no conseguía el dinero, y trague mi repugnancia a pequeñas dosis, interiorizando mi odio, y las ganas de atentar contra sus ojos, aquella penetrante mirada azul, que se clavaba en mi cuerpo con deseos de posesión.

Sé que me creía suya, solo parque pensaba dejar algún billete sobre mi mesa antes de irse, como si pudiera pagar con algo mis moratones, o mis gritos por la mañana, doblegada sobre mi propio cuerpo, junto a mi oso de peluche.

A este, le siguieron una infinidad de hombres, altos, gordos, delgados… y en su mayoría poco acostumbrados a tratar con mujeres, lo que hizo más dura mi subsistencia en aquel lugar.

Nos dejaban en un cuarto, con una prácticamente consumida bombilla y un vaso de agua.
¿Qué podía hacer? Me habían pagado el viaje y ahora, tenía que devolverles el supuesto favor tragando mis reproches cada noche, olvidando quien era cada mañana.


 Cuando venían a por nosotras, nos pedían dinero… ¡Cuántas veces pensé en negarme! ¡Qué cobarde era por aquel entonces! o quizás demasiado sensata, como para saber que mi vida correría peligro si decidía interponerme entre sus planes.

Una tarde llegó un chico tímido, que me prometió contar la verdad a cambio de unas fotos. Ahora sé que mentía, por aquel entonces, me habría sujetado a cualquier tentativa de escape, por muy inverosímil que hubiera parecido.

Oscura, sola, perdida, y aun con lágrimas en los ojos... Continuaba vislumbrando aquel crepúsculo, jurando que sería el último.
Mientras mirando hacia atrás para comprobar que nadie me vigilaba, me levanté de aquella calle, sin apenas respirar, sin sentir la lluvia que amenazaba con mojar mi ropa, intentando construir un futuro, que se desvaneció con el tiempo, porque ni siquiera había cemento para afianzar los ladillos, y no tuve valor, para sobrellevar la llamada del agua, aquel mar salado que arrebataba la vida de mis ojos, y reflejo mi primera sonrisa, en el momento en que abandone para siempre la realidad para dejar vía libre a mi pequeña ilusión. Soñar para siempre.

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