Estaba sentado a mi derecha, el mismo me había dejado el mejor sitio.
Me miraba de vez en cuando, con los ojos bien abiertos, y el iris marrón claro, algo así como una hoja recién caída y seca. Había quedado distraída, danzando en un abismo sigiloso, el agujero negro de tu pelo,marrón y ligeramente despeinado, sonreías y simultáneamente cantabas melodías tan dulces, como suaves.
Carecías de malicia, y te acercabas levemente para comentarme el vacío que se encontraba bajo nuestros pies, y levemente reías, contestando, que me cojerías rápidamente si llegaba a caerme.
Pensaba en ti, de una manera muy distinta, me descubriste lo que jamas había llegado a pensar.
Pero, eras tan efímero, que te perdería en breves instantes. Entonces, me fije en tus manos, perfectas, maquinas exactas, pálidas y con uñas cuidadas.
Eras un ser salvaje, pero tus propios genes te habían hecho perfecto. Perfectamente dulce, gracioso y amable.
Algo me llamaba a ti. Aun así ese algo, me interponía una barrera infranqueable. En unos días dejaré de verte. Te aseguro que te echare de menos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario