-Bonito final para el cuento. Todo acaba bien en ellos; se moldean, se acoplan a tus dedos, y hacen vulnerables a los problemas que se interponen en el camino.
-¿Bonito final?
-Acaso no es así como vamos a acabar; ya he besado a la rana, y te has convertido en mi príncipe, me has regalado unos zapatos para compensar al que perdí, solo queda que nos besemos y seamos felices eternamente ¿no?
-La verdad, es que al principio, los cuentos eran tristes, y con finales perversos, pero, como las mentes humanas no los aceptaban, los transformaron.
-Oh, humanos eh..., entonces seré tu extraterrestre.
-Vale.
Me cojió en brazos, y me besó al borde de la playa, no recordaba ninguna historia que acaba cerca del mar.
-Eh mira-(dijo señalando una barca)-esa es mi nave, deja que te lleva a mi planeta.
Nos subimos en ella, y avanzamos en linea recta hacia la isla más cercana. Era verde y blanca, de arena suave y abundante vagetación.
-Ahora, somos naúfragos-exclamé entre risas. ¿Murió Robinson Crusoe?
-Recuerda, los humanos, no soportan esas cosas.
-¿La muerte?
-Si, la temen.
Cogí un cuchillo, y perforé mi brazo, hice lo mismo con el suyo; a continuación, saqué una pistola, y apunté hacia su corazón.
-¿Qué haces?- gritó asustado.
-Demostrarte, que tu extraterrestre, no es humana, y regalarte un final sangriento y feliz, así, nada acabará bien, pero seguiremos juntos.
La bala le hirió de muerte, y segundos después, yo también me sumergí en nuestro sueño eterno.
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