Sopla sobre tus recuerdos.

No es muy difícil pensar, después de todo esto, que no hay causas para seguir adelante, y que es mucho mas fácil apagar la vela, que ver como se consume lentamente sobre tus dedos.

La cera, te convertirá en muñeco, que espera expectante su final, así que sopla pequeño príncipe, torna oscuridad lo visible, y guarda bajo tu cajón de desprecio, esa pequeña y consumida vela, que no tuviste el valor de ver terminar.

Despierta de tu aletargado sueño de misterio, y obedece a aquellos relatos de princesas que jamás quisiste olvidar, esconde en tu camisa, la verdad de aquel encuentro y baña de rojo la sangre de tu almohada.

Muere, acaba de nuevo con tu vida, porque al parecer, con una vez no fue suficiente para ti.

Dime que no quedan rosas que ver secar desde tu ventana, dime que me vaya, y prometo no volver a cantarte al oído lo que deseabas oír.

Porque las actrices tambien envejecen, y querido, me he cansado de ensayar lo mismo final una y otra vez.

Que no te sirvan tus excusas, sabes que son mentira, y nunca te sentirás completo tras ellas.

Que no te enreden tus sentidos, porque sabes, mi querido príncipe, que ellos también finjen.

Pero recuerda, que quizás hayas eludido, que el olvido, pulirá los rastros de mi esencia sobre tu piel, y que el viento soplará entre los árboles, las canciones que cantamos, juntos al anochecer, que las sonrisas se borran con llantos, y los recuerdos con experiencias nuevas.

No me aprecies ahora, soy despreciable, solo jugaba contigo, solo eran experimentos de media tarde, que salieron demasiado bien y cumplieron su condición de fórmulas ficticias.

Y sí, se acabaron los besos, y el pintalabios rojo, terminaron los suspiros y las sombras del amor.

¿Has exhalado ya sobre tu vela? ¿Has cegado ya tu luz?

No te  preocupes, ya se acostumbraran tus ojos a la nada, ya buscarás venganza entre tus hielos, ya aprenderás a odiar lo que quisiste.

Muerde tu veneno, mata al santo que hay en ti, y aprende con tu caja de matices a pintar un mundo nuevo sobre el lienzo negro que he dejado tras de ti.

Bórrame con tu pincel asesino y dibuja sobre lo que antes era yo, una mancha que intrigante espere, para ser rellenada con otra bocanada de color.