No, esto no va dirigido a ti, no hace falta que lo leas.

Y ahí seguía, tirada en el sofá, y agarrada a un cojín, por tu culpa. Habías logrado rellenar ese vació que ya, había conseguido eludir, tu ojos, tus gestos, y sobre todo tu voz, me atraían y alejaban de ti. Se que no es una buena perfección para la irrealidad de la que discutíamos. ¿pero acaso importaba eso? Las sutiles respuestas que intercalabas entre tus dotes de alegría, podían aun sin saberlo, alegrarme o sumirme en mi habitual estado de desgana.

La curiosidad, era lo único que me movía, y te nutrias de ella para envolverte en tu capa de locura misteriosa; y aquel efímero paso por mi vida estaba dando un buen resultado.

Gracias por entregarme la cura de aquello que pese imposible. Es un error pensar, que quizás algún día, pueda verte de nuevo como ahora. E igualmente sigue siendo una equivocación pulsar tecla a tecla con el fin de escribir esta carta de palabras que van dirigidas a ti de modo indirecto.

 Eres el último en quien creí que pensaría. Igualmente, todos nos equivocamos incensantemente aun sabiéndolo.

Lo siento, pero mi cojín no soporta más la presión de mis brazos, y alguien ha de hacerlo.

Perdona esos rebordes cortantes de mis figuras geométricas, no era mi intención herirte, sino la creación de belleza que pudiera formar con ellas. Disculpa mis impertinencias, de nuevo al curiosidad es culpable de ello. Supongo, que ni siquiera entenderás esto, de hecho espero que nadie lo haga,de hecho, no es factible en la realidad, ni siquiera en la ficción es del todo posible.

Huye, o acabaras por quedar atrapado ante tus miedos, no deseo que termines refugiándote a la sombra de un árbol seco, escóndete de mi, no es necesario que intentes comprenderlo.

Soy demasiado contraria como para explicarlo, creo que en el fondo ni yo misma logro concebirlo, es excesivamente abstracto el concepto de lo eterno, como para exponer la definición con frágiles trazos de destello.

Elúdelo, olvida lo que dije, sí, eres perfecto, pero no creas mis palabras, acabaras creyéndolo, y eso te llevará indudablemente a la imperfección. Es sencillo, no cometas el mismo error una y otra vez, no tiene sentido creer lo que yo diga, el negro y el blanco viven en mi cuerpo, y se imponen indudablemente, el uno frente al orto. No crean colores, solo lluvia árida.

Esto no es tuyo, no lo lleves a mas, déjalo reposar, el mar se encargará de erosionar la sal de mi tiempo, te necesito, y odio tener que hacerlo. ¿Que buscas?

Para que pregunto, ni siquiera sabes, que buscas algo, realmente es mi imanación, mis cuentos, mis princesas, y sus coronas arrojadas al vació, mis mundos y en definitiva, esa locura innecesaria, que se asoma por mis pelos, al final, como cada día, como cada noche, SILENCIO.

Y dije que jamas iban a oír mis gritos, pero sí, la falta de ellos, y si no queda mas remedio, que ahogarlos en una canción inacabada. ¡Hagámoslo!

Puede haber deficiencias, faltas de consonancia, incompletitudes, socorros, e incluso besos.

Que igualmente al fin y al cabo todos, me tacharán de lo que soy.. Realicemos lo que queramos, que los humanos, se inventarán el resto.

Finales felices, alegrías, vencedores al destino de su propio regimiento, y amor incierto.

Personas, que no acertaron con el misterio, de la vida, esos, que jamás soñaron con ser extraterrestres. Y se conformaron con orbitar entorno a su inútil planeta, y a falta de este arramplaron con el nuestro.

Entes insensibles y con falta de oblicuidad, exclavas de las masas en potencia.

Almas que al contrario de la tuya, ni si quiera me percaté de que existían, hasta que me alejaron de mi objetivo principal.

TÚ.

Pequeño seguidor de sombras de reflejos, no distribuyas lo imposible al redeor de mi tiempo, vete, que yo, haré el resto.

Y si algún día apareces, en mi encuentro, sonreiré ante tu triste desventura, y quizás corte aquel hibisco sin espinas, que posé sobre tu número de teléfomo.